En el sueño, la mujer de mi padre es médico. En su consultorio nos encontramos ella, mi padre, mi hermana menor y yo. Mi hermana se queja de dolores en el cuello. "Dolores que vienen de más abajo", menciona. Todos nos mostramos incrédulos, aun así le realizan un par de estudios en ese mismo instante, entre ellos una especie de radiografía que se puede apreciar más bien como un grabado en carboncillo sobre cartulina, de mucha mejor apariencia que una verdadera radiografía. Lo que no tiene buena pinta es lo que ahí se observa: una especie de glándula en el cuello llena de alguna sustancia negra. "El mal proviene del brazo", explica el médico. Por esa maravillosa facultad que tienen los sueños de no dar explicaciones de sus actos, mi hermana no tiene brazo en ese justo instante, se lo ha retirado el médico y está por implantarle uno nuevo. Todo en calma y sin una gota de sangre, como si de un muñeco se tratara. "Le vamos a poner un abrazo nuevo que, en realidad, es una especie de holograma -continúa con la explicación el médico-. Así como lo es todo el cuerpo: un holograma del verdadero cuerpo que está en otra parte". Me dirijo a mi padre y le recuerdo: el mundo como voluntad y representación... El cuerpo como voluntad y representación. Sin que nadie más pida una explicación a estas palabras, la ofrezco: "sí, es como en la película Matrix: el cuerpo, en realidad está en otra parte y el cuerpo físico es una ilusión", confío en la sencillez del ejemplo y me siento un poco culpable por ofrecer un ejemplo tan estúpido; por creer que, tal vez, no todo mundo conoce la propuesta de Schopenhauer. Prefiero terminar con el sueño.
(05/01/2014).
Comments