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Foto del escritorMario Pérez Magallón

Sacrificio para Satán

Estoy en casa con mis hermanas y mis padres. Aunque no es la casa en la que vivimos todos juntos cuando éramos niños, es nuestra casa. Aunque ya no estamos juntos, lo estamos en el sueño. Anochece. No sabemos qué, pero algo está por suceder, algo siniestro. El mal está por hacerse presente. Su presencia es inminente. Imaginamos artilugios para contenerlo, pero sabemos que es inevitable, y que la única forma de que no se desate el caos es ofrecer un sacrificio. Por supuesto, nadie quiere ser el sacrificado. Veo en la pared unos clavos que nunca antes había notado. Forman una cruz del tamaño de un hombre. Pienso que de alguna manera están relacionados con lo que está sucediendo, así que decido hacer una prueba. Coloco una botella de plástico y la clavo a la pared con unos clavos que me da mi hermana mayor. Los clavos parecen ser muy antiguos. La botella derrama unas pequeñas gotas de sangre y se siente la energía arremolinarse alrededor. Ahora sé que esa cruz en la pared es la respuesta, pero ahora hay que intentar con algo significativo, con algo vivo. Le pido a mi padre que tome un pájaro que hay en la casa porque yo nunca he tomado uno con las manos y no sabría como hacerlo. Cuando me lo da lo tomo sin titubear con la mano izquierda, lo coloco al centro de la cruz, en donde antes puse la botella, y allí lo clavo. Brotan chorros de sangre y la sensación de que el mal está por aparecer se desvanece. Este pequeño sacrifico ha detenido al mal. Entendemos que de ahora en adelante tendremos que llevar a cabo un sacrificio al día si queremos mantener a la bestia a raya. Entendemos también que no serán suficientes seres pequeños sino personas. Por algún malvado designio, ahora somos la familia encargada de ofrecer sacrificios para contener el mal del mundo. Pienso que así ha sido desde hace mucho tiempo. Por fin lo comprendo: la crucifixión de Jesús no fue por mandato de su padre sino por orden y deseo del Diablo, y desde entonces, sin acaso notarlo, le ofrendamos día a día al hijo del hombre, a nosotros mismos.


(12/07/2018).

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